fuente: diario informacion
«Siempre lo intentaste. Siempre fallaste. No importa. Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor». Una frase del dramaturgo irlandés Samuel Beckett que lleva tatuada en su antebrazo el tenistas suizo Stanislao Wawrinka ganador del Abierto de Australia 2014 y que el Elche ha hecho suya a lo largo de toda su historia cada vez que ha visitado San Sebastián en Primera División. Hasta ayer, catorce partidos como visitante del mítico Atocha y sólo dos empates. La historia se repitió en Anoeta. Ante el equipo de Jagoba Arrasate, otra derrota franjiverde y habrá que volverlo a intentar, aunque con mucho más brío.
El poderoso contragolpe del equipo vasco hizo trizas a un Elche facilón en defensa que ya en el minuto 11 de partido ya perdía por 2-0 ahogado por el agua que caía en Anoeta y por el fútbol de su rival. El Elche lo intentó con Coro nada más empezar, y Griezmann no perdonó ante Toño, ganando la espalda a Damián. Lo volvió a intentar Aarón, tras servicio de Edu Albacar, y, en la siguiente jugada, de nuevo Griezmann, sacaba los colores a Botía y Damián y de cabeza lograba el segundo.
El intercambio de golpes dejó K.O. a los franjiverde, que ya no volvieron a sacar la cabeza. Bajaron los brazos y pasaron a pensar en el Almería. Menos mal que Iglesias Villanueva se compadeció de la parroquia ilicitana y anuló un gol legal a Agirretxe por un fuera de juego inexistente. El baño que le estaba dando la Real al Elche resultaba sonrojante. No sólo caía agua del cielo.
La meteorología nos permitió trasladarnos ayer al San Sebastián del siglo XX, a aquellas tardes de lluvia, barro, olor a hábano y lucha sobre el césped en el viejo Atocha. Con sus vetustas gradas, sus fondos sin asientos, abarrotados siempre hasta los topes, donde los jugadores se tenían que remangar y pelear para ganar un partido. Aquellos tiempos en Atocha, eran la verdadera esencia de este deporte, era fútbol en estado puro, era fútbol de verdad.
Ayer, con la misma agua, sobre un césped con un drenaje impresionante, el Elche se hundió en el fango de su fútbol sin muchas miras ante una Real Sociedad brillante que explotó su contragolpe sin ningún tipo de complejos.
Herrera en el hospital
El Elche quiso, pero no pudo con un once en el que Escribá apostó por el músculo, pero la velocidad del rival rompió todo en apenas once minutos. Carlos Sánchez y Manu del Moral ocuparon las vacantes de Javi Márquez y Cristian Herrera, que se quedaron en casa incubando un proceso gripal. Incluso el canario tuvo que visitar el hospital. Sin ellos sobre el campo, al equipo le faltó fútbol de mitad de campo para adelante. La Real Sociedad dejó huecos, pero al Elche le pesaban las botas para llegar al área de Bravo. Ni el barro de Atocha hizo tanto daño en su época a los Indio, Gómez Voglino, Llompart y compañía, que cada vez que llegaba a orillas de la Concha se hundían.
La segunda parte no varió la imagen de la primera. El Elche intentó capear el temporal, pero la Real Sociedad cada vez que apretaba el acelerador dejaba en evidencia a una defensa blanda. No parecía que existiera poder de reacción en el equipo ilicitano.
Con esos argumentos, no tardó en llegar el tercero del conjunto vasco. Carlos Vela cogió un balón en la zona de tres cuartos y se fue de todos los jugadores que se encontró a su alrededor y de un potente zurdazo superaba a Toño.
Con el 3-0 el equipo txuriurdin comenzó a pensar en otras batallas futbolísticas y el Elche se limitó a marear el balón, pero sin hacer daño a la hora de llegar al área rival. Un equipo no quiso hacer daño y, el otro, se mostró incapaz de hacer daño a nadie. Los dos querían que todo acabara lo antes posible. Mas que un partido de balompié parecía uno de pelota vasca. La Real se convirtió en un frontón en el que el balón rebotaba una y otra vez. Sólo Aarón demostraba su rebeldía y no quería bajar los brazos. Deseaban morir con honor, circunstancia que muchos de sus compañeros pasaron por alto.
Hasta la lluvia, toda una metáfora, dejó de caer en la Bella Easo. El baño futbolístico parecía que había tocado a su fin, pero con los cambios de Arrasate los menos habituales intentaron meterle otra marcha al encuentro y en un nuevo error, de la defensa franjiverde y de Toño, el delantero Griezmann hacía el cuarto.
En la recta final del duelo, el Elche tuvo dos ocasiones para hacer el gol del honor, pero el meta rival Bravo evitó un remate de cabeza de Boakye que parecía ir para adentro, mientras que Damián Suárez estrelló un balón en el larguero tras ejecutar una falta directa. Al final, 4-0. Mejor olvidar.
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